La Sala de Las Puertas

El Aprendiz de Brujo, aprovechando que el Gran Mago está en su torre, preparando no sé qué gran conjuro que seguramente cambiará el mundo tal como lo conocemos (aunque probablemente, como de costumbre, nadie notará la diferencia), se escapa de su celda de estudio y se desliza silencioso por los pasillos hacia la Sala de Las Puertas.

Nadie ha podido contar cuántas puertas existen. No siempre las mismas puertas están en el mismo sitio.

Cada puerta es diferente, y se abre a un mundo diferente. Infinitas posibilidades. Infinitas oportunidades de explorar y descubrir. Todo es posible...

... Y ha tenido que abrir una puerta que se abre en el fondo de un mar infinito.

(Va a tardar un siglo en limpiar todo esto).

Soy lo que soy

No pretendáis que sea otra cosa distinta.

Ya tengo bastante con ser yo.

(A veces, más que de sobra).

Ese algo indefinible

Aparentemente, no hay nada que haga que esa mirada, esa sonrisa, ese gesto, sean nada especial. Vistos desde fuera, nada los distingue.

Pero no los está viendo desde fuera. Para él son mágicos. Brillan. Le hacen sentir.

(No es fácil adivinar por qué surge la Magia; sólo cabe sentirla, vivirla, dejarse llevar).

Zoológico

A todo el mundo le gusta La Bestia.

Los aullidos, el hambre de carne cruda, el no aceptar barreras, ni límites, ni cadenas, el fuego en la mirada, el dejarse llevar.

A todo el mundo le gusta La Bestia...

... Para verla desde el lado seguro de los barrotes de la jaula del Zoo.

Viaje por la tierra de los sueños

Muchas veces sueño cosas imposibles.
(Aunque no por ello menos reales).
Grandes aventuras diminutas.
Increíbles historias que seguramente son verdad.
Abrir las alas y, sin más, echar a volar.

Vive. Siente. Nunca es suficiente.