Es el tesoro más preciado del Reino. La joya más valiosa. Dicen que tiene poderes mágicos, y que habló a los Padres Fundadores para decirles dónde debían construir la que hoy en día es la capital. Dicen que volverá a hablar para avisar cuando el reino esté en peligro.
Un tesoro tan importante debe estar bien protegido, y por supuesto éste lo está.
El Castillo de Vallealto es uno de los más bellos del reino, construido por el rey Harold el Arquitecto antes de su prematura muerte en la tristemente célebre campaña contra los Zakartas. Además de bello, es absolutamente inexpugnable, y nunca en sus mil años de historia ejército alguno ha logrado penetrar sus muros.
La cámara acorazada está excavada en la roca, en el corazón del castillo. Sólo el Rey tiene la llave (la lleva siempre al cuello), y sólo el Supremo Archimago puede desactivar unos segundos la intrincada maraña de hechizos para que la llave pueda usarse sin sufrir una muerte terrible y dolorosa.
En la cámara hay un cofre, decorado con delicados grabados en oro, pero con paredes de acero de dos palmos de espesor. Las siete cerraduras requieren cinco llaves y resolver dos puzzles endemoniados. Tres de ellas están protegidas con mortíferas trampas y, por supuesto, otra red de hechizos que convertirán en rana a cualquier intruso que no porte el amuleto adecuado (un anillo de Rubí que luce siempre en su mano el Supremo Archimago).
Nadie lo ha hecho en los últimos mil años, pero si alguien entrara en el castillo, desactivara los hechizos, usara la llave del Rey, pasara a la cámara acorazada, abriera los cinco candados y resolviera los puzzles sin hacer saltar las trampas ni convertirse en rana, en el fondo del cofre de acero encontraría una sencilla caja de madera. Al abrirla (en medio de un silencio reverente, como corresponde a la ocasión) se encontraría...
... Un vale, del puño y letra del propio Harold el Arquitecto, explicando que tuvo que empeñar la joya para pagar la campaña contra los Zakartas, y que la devolverá en cuanto regrese, victorioso y cargado de tesoros, de someterlos.
Un tesoro tan importante debe estar bien protegido, y por supuesto éste lo está.
El Castillo de Vallealto es uno de los más bellos del reino, construido por el rey Harold el Arquitecto antes de su prematura muerte en la tristemente célebre campaña contra los Zakartas. Además de bello, es absolutamente inexpugnable, y nunca en sus mil años de historia ejército alguno ha logrado penetrar sus muros.
La cámara acorazada está excavada en la roca, en el corazón del castillo. Sólo el Rey tiene la llave (la lleva siempre al cuello), y sólo el Supremo Archimago puede desactivar unos segundos la intrincada maraña de hechizos para que la llave pueda usarse sin sufrir una muerte terrible y dolorosa.
En la cámara hay un cofre, decorado con delicados grabados en oro, pero con paredes de acero de dos palmos de espesor. Las siete cerraduras requieren cinco llaves y resolver dos puzzles endemoniados. Tres de ellas están protegidas con mortíferas trampas y, por supuesto, otra red de hechizos que convertirán en rana a cualquier intruso que no porte el amuleto adecuado (un anillo de Rubí que luce siempre en su mano el Supremo Archimago).
Nadie lo ha hecho en los últimos mil años, pero si alguien entrara en el castillo, desactivara los hechizos, usara la llave del Rey, pasara a la cámara acorazada, abriera los cinco candados y resolviera los puzzles sin hacer saltar las trampas ni convertirse en rana, en el fondo del cofre de acero encontraría una sencilla caja de madera. Al abrirla (en medio de un silencio reverente, como corresponde a la ocasión) se encontraría...
... Un vale, del puño y letra del propio Harold el Arquitecto, explicando que tuvo que empeñar la joya para pagar la campaña contra los Zakartas, y que la devolverá en cuanto regrese, victorioso y cargado de tesoros, de someterlos.
