Es un puzzle sin resolver.
Sus piezas extendidas sobre la mesa, desafiando a quien quiera conocer sus respuestas.
... Pero nadie lo intenta.
A veces alguien mira de pasada, o se acerca y hace ademán de coger alguna pieza, arrepintiéndose en el último momento.
Tal vez sea porque es demasia sencillo. Un puzzle de doce piezas, capaz sólo de atraer a niños pequeños.
O quizás es al contrario, y es que es demasiado complicado. Uno de esos de miles de piezas, que intimidan con su complejidad.
Y no sólo eso. Seguramente es uno de esos puzzles trampa que no sólo es demasiado complejo sino que además, al resolverlo, no enseña más que un pedazo de cielo sin nubes (o, en su caso, probablemente, un trozo de mar). ¿Quién iba a dedicar tanto esfuerzo para obtener algo que carece de valor?
(Pero lo peor, lo que da más miedo al puzzle, es que si algún día alguien se decide a dedicar el tiempo necesario para resolverlo, acabe por descubrir que le falta alguna pieza).
Sus piezas extendidas sobre la mesa, desafiando a quien quiera conocer sus respuestas.
... Pero nadie lo intenta.
A veces alguien mira de pasada, o se acerca y hace ademán de coger alguna pieza, arrepintiéndose en el último momento.
Tal vez sea porque es demasia sencillo. Un puzzle de doce piezas, capaz sólo de atraer a niños pequeños.
O quizás es al contrario, y es que es demasiado complicado. Uno de esos de miles de piezas, que intimidan con su complejidad.
Y no sólo eso. Seguramente es uno de esos puzzles trampa que no sólo es demasiado complejo sino que además, al resolverlo, no enseña más que un pedazo de cielo sin nubes (o, en su caso, probablemente, un trozo de mar). ¿Quién iba a dedicar tanto esfuerzo para obtener algo que carece de valor?
(Pero lo peor, lo que da más miedo al puzzle, es que si algún día alguien se decide a dedicar el tiempo necesario para resolverlo, acabe por descubrir que le falta alguna pieza).
