Rugía el viento, desbocado. Los relámpagos iluminaban la noche. Llovía como si llevara cien años sin hacerlo.
Caminaba en la tormenta, sin cruzarse con nadie (¿Quién iba a salir en una noche como aquella?). Por eso nadie pudo ver el brillo salvaje en sus ojos ni su sonrisa lobuna.
(Mucho mejor; no eran ojos ni sonrisa para gente civilizada).