Desde pequeño ha sabido que está predestinado para salvar al mundo.
Señales, portentos y presagios le han seguido por todas partes. Puede caminar sobre las aguas, curar enfermos... Todos los semáforos se ponen en verde a su paso, y sólo sabe lo que es una tormenta porque lo ha visto en la tele. También es alto y guapo, y la persona más desconfiada le confiaría su bebé a los diez segundos de haberle conocido.
Hoy por fin es el gran día. Esa terrible amenaza podría destruir toda civilización. Pero con su intervención ante el Parlamento Mundial todos los pueblos de la tierra se unirán. No sólo superarán la crisis, sino que será el principio de una época de prosperidad, paz y progreso como el mundo nunca antes ha conocido.
Pero hoy, justo hoy, por primera vez en su vida, acaba de quedarse encerrado en el ascensor.
Mientras el mundo estalla en llamas, el Príncipe del Caos se ríe pensando en lo ingenuos que son siempre los buenos.
