24 jul 2012

Sin rumbo

Hace frío, la noche es oscura como boca de lobo y amenaza tormenta. Se encuentra perdido, y los negros nubarrones no permiten que las estrellas le guíen.

Siente, no por primera vez, la tentación de rendirse, abandonar toda esperanza y simplemente sentarse a ver pasar el resto de su vida. Sería tan fácil hacerlo. Sería tan cómodo...

De pronto, a lo lejos ve las luces de una posada. Puede oler el asado en el fuego, y escucha música sobre las risas y el bullicio de los parroquianos. Un lugar caliente y acogedor donde podrá pasar la noche y alguien sin duda podrá orientarle.

Olvidado el desánimo, frunce el ceño, aprieta los dientes y, aumentando el ritmo, pasa de largo. Hace ya tiempo que sabe que siempre será un Lobo Solitario.

(Además, no le gusta esa canción).