15 oct 2012

Acorazados

Gruesas placas de metal les cubren el cuerpo entero. Enormes escudos en sus brazos. Pesados yelmos cubren sus cabezas, dejando sólo una estrecha ranura por la que mirar.

Se sienten muy seguros, sí. Pero cada caballero con el que se cruzan es un enemigo. ¿Cómo no iba a serlo, si no pueden mirarse a los ojos?