28 sept 2013

El héroe

Liberar a la Princesa era una tarea casi imposible. Había que cruzar el lago de lava en cuyo centro estaba la isla, defendida por el enorme dragón, donde estaba la torre en la que estaba encerrada la Princesa.

Pero él había sido criado para eso. Toda su vida había sabido que estaba predestinado para algo así.

Por eso, sin dudarlo, penetró en el Laberinto del Rey Brujo, donde mató al Minotauro que lo defendía y derrotó al propio Rey (que, despechado, le juró odio eterno) para arrebatarle el Cuerno de la Ventisca.

Al borde del lago de lava, destapó el Cuerno liberando su magia arcana, y el viento glacial congeló la lava. Cuando llegó a la isla, blandió su espada Retadora (ganada tiempo antes a un gigante de hielo) para, en un heróico combate, matar al dragón.

Agotado y chamuscado, pero exultante, ascendió por la larguísima escalera de caracol que llevaba a lo alto de la torre. Le quedaban menos de veinte escalones cuando resbaló estúpidamente y cayó, rompiéndose la crisma.

Todo el mundo sabe que la suerte es una amante cruel.

***

Era vago, ruín, tramposo y miserable, pero su mente era ágil y despierta (y eso le había ayudado a sobrevivir en las calles de Puerto Rojo, donde ser un huérfano era garantía de una vida corta y miserable).

Se ganaba la vida yendo de aldea en aldea, engañando a los campesinos con falsas medicinas y trucos de manos. Pasaba por allí cerca por pura casualidad, pero cuando notó aquél viento helado, no pudo reprimir su curiosidad.

Cruzó un extraño lago de roca helada. Llegó a una isla donde yacía el cadáver (aún caliente) de un enorme dragón. Subió las escaleras de la altísima torre, atento a cualquier cosa que pudiera rapiñar. Casi en lo alto encontró el cadáver de un caballero, al que despojó de todo cuando llevaba de valor (el cuerno era, sin duda, mágico, y por aquella espada le darían buen dinero cuando llegara a una ciudad).

Pero la mayor sorpresa se la llevó en lo alto de la torre donde, tras forzar la cerradura como había aprendido a hacer en sus tiempos de aprendiz de ladrón, antes de marcharse robándoselo todo a su maestro, encontró a una bellísima joven.

La chica, que resultó ser una princesa, lo tomó por un gran héroe. Su padre el rey le dio su mano en matrimonio. Todos admiraron su valor y su arrojo.

Todo el mundo sabe que la suerte es una amante complaciente.