21 may 2017

Diario de un superviviente del fin del mundo

Cayeron todas las murallas. Cedieron todos los diques. Reventaron las válvulas y protecciones.

Nadie había previsto algo así.

La civilización, que tan permanente y segura nos parecía, se derrumbó sobre si misma como un castillo de naipes.

Cada ser humano (médico, banquero, cajero de supermercado, poeta), se convirtió en un animal salvaje dispuesto a todo para seguir viviendo.

Fue la Bestia la que me mantuvo con vida aquellos días (aunque, cuando pienso en algunas de las cosas que hice, no estoy seguro de si de verdad sobreviví).