4 nov 2012

La caza

Puede oler el miedo de la presa, traído por el viento (el viento es su aliado, sabe cómo manejarlo). La presa comete errores, deja un rastro fácil, va metiéndose ella sola en una trampa sin salida.

(El miedo es un mal consejero).

Sin prisa, sabiéndose triunfante, va estrechando el cerco. Disfruta de la emoción del momento, del hambre a punto de ser saciada, del poder.

En el momento de abalanzarse sobre la presa, ve un movimiento extraño. Algo se enreda en sus patas, haciéndole tropezar. Antes de entender qué pasa, está atrapado y no se puede mover. Aún puede ver a la presa que, de repente, ya no parece tener tanto miedo.

(El exceso de confianza también es un mal consejero).