Supón que supieras que, si los pronunciases en voz alta, tus más secretos deseos (los que a veces no te confiesas ni a ti mismo, no importa lo locos ni imposibles que sean) se harían realidad.
¿Lo harías? ¿O acaso te daría miedo descubrir ese lado de ti?
(No, no; tú no hace falta que contestes, que ya sabemos lo que vas a decir).