21 abr 2013

Desafío

Es el mejor ladrón del reino. Por supuesto, no es un título que nadie te otorgue. No se anuncia ni se proclama, pero él sabe que lo es.

Hace mucho que tiene más oro del que nunca será capaz de gastar, así que ahora sólo trabaja cuando encuentra un reto que de verdad le motive. Y el último ha sido robar el Corazón de la Princesa.

Es un diamante enorme, que se guardaba en la ciudadela interior del Palacio Real, protegido por más de cien guardas reales, trampas endemoniadas y alarmas mágicas. Cuentan que fue el regalo de Marko el Grande a su única hija, y que ésta amaba tanto la piedra que todavía hoy su alma habita en ella (de ahí su nombre).

Ahora, cuando todo ha acabado, contempla en su refugio los juegos que las llamas de la chimenea dibujan en las vetas del diamante.

De pronto, las llamas oscilan. Alza la vista sobresaltado y no puede creer lo que ve: la princesa muerta, pálida, frágil, casi translúcida, le mira entre lágrimas desde el otro lado de la habitación. Su voz, a la vez dulce y helada, le suplica que le de la piedra. "Tened piedad, oh señor, o nunca podré volver a descansar".

No es un hombre supersticioso, pero no puede negar lo que está viendo. En un segundo, piensa que ya ha conseguido su reto. Ya ha logrado robar la joya, que era su verdadero propósito. ¿Qué necesidad tiene de conservarla? Llevado por un impulso, pone la piedra en las manos de la aparición, que inmediatamente se desvanece.

Es la mejor timadora del reino. Por supuesto, no es un título que nadie te otorgue. No se anuncia ni se proclama, pero ella sabe que lo es. Sonríe satisfecha mientras contempla el Corazón de la Princesa, que ahora luce en el lugar de honor de su guarida.